Una semblanza

Semblanza de Antonio Sáseta

En construcción.

Antonio Sáseta (a la derecha) con Miguel Sánchez, de espaldas María José Chacartegui, hacia 1996, en un bar que había en la calle Cruz Verde, Sevilla, ya desaparecido. Foto: captura de vídeo de María Merello de Miguel y Marta Reina Jiménez. El vídeo trataba de lo que hoy llamaríamos procesos de gentrificación entre la calle Feria y San Luis. Del curso 1995-96 en la Escuela de Arquitectura; ha sido rescatado estos días por María Merello.

Nacido en Sevilla en 1949. De niño fue aprendiz de imaginero y también iba con frecuencia al backstage del teatro San Fernando, en la calle Tetuán, en el que su madre trabajaba de vestuarista. Más tarde estudió Arquitectura en la Escuela de Sevilla donde fue un estudiante destacado de entre las primeras generaciones de arquitectos formados allí: entre otros, J.R. Sierra, Vazquez Consuegra, Cruz & Ortiz, Antonio Barrionuevo o Pérez Escolano. Por motivos políticos fue expulsado de la Escuela, continuando durante unos años en Barcelona, donde estuvo en contacto con las vanguardias locales, trabajando durante algún tiempo con Ricardo Bofill, entonces un joven rebelde e innovador.

Cuenta Sáseta de aquellos años de carrera todavía en Sevilla, que uno de los lugares de reunión de los estudiantes de Arquitectura era la Glorieta de los Lotos del Parque de María Luisa (la Escuela estaba entonces en el Pabellón de Brasil), glorieta que daría nombre a uno de los discos de los Smash. Aquel ambiente, hoy mítico, de la música, el teatro, el arte y la política de los primeros 70 era el entorno del que formaban parte el joven Sáseta y su inseparable Queti Naranjo. También de los ambientes más politizados, en algún momento el PCE, del que suele contar que también fue expulsado.

De vuelta en Sevilla tras su etapa barcelonesa, asociado con Juan Santamaría y Miguel Aldecoa, Sáseta trabajó durante varias décadas como arquitecto. Su práctica se caracterizó por la mezcla del rigor geométrico y tecnológico y una cierta estética posmoderna propia de aquellos años. Entre las obras del equipo destaca el Palacio de Congresos de Sevilla (edificio antiguo), en colaboración con Álvaro Navarro. El estudio Halley, que así se llamaron, también se caracterizó por ser uno de los primeros arquitectos en Sevilla en incorporar ordenadores. En aquella primera época el equipo fue pionero en el desarrollo de herramientas digitales para el proyecto arquitectónico (CAD) implementando un programa propio, antes de la existencia de AutoCad que se convertiría en el estándar profesional décadas más tarde. Obras más recientes son diversos edificios universitarios, con proyectos ganados por concurso, para el campus de Teatinos de la Universidad de Huelva (Aulario y Facultad de Derecho).

Una segunda carrera de Sáseta se desarrolla en el ámbito las artes escénicas, en particular, trabajando como escenógrafo. Algunas trabajos destacados fueron El Cerdo, – con Juan Echánove -, cuya escenografía fue merecedora de un premio nacional de escenografía, y diversas colaboraciones con la compañía Teatro del Velador, como Las gracias mohosas y La casa de Bernarda Alba. En este campo, Sáseta fue co-director, junto con Juan Dolores Caballero, El Chino, y Manuel Nieto, de la Escuela de Dirección y Escenografía del CAT (Instituto del Teatro / Centro Andaluz de Teatro), durante un período especialmente fructífero y experimental de finales de la década de 1990. Por allí pasaron gente del teatro y el cine hoy relevantes como puedan ser Paco León, Alberto Rodríguez o Santiago Amodeo, entre muchos otros.

En 1993 Sáseta comenzó a dar clases en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, una etapa que dura hasta la actualidad – se jubiló el pasadoaño 2019 – y que ha supuesto importantes aportaciones a esta Escuela y a sus estudiantes. Especialmente entre los años 1993 y 2003, – hasta la implantación de los planes de Bolonia -, las clases de Sáseta constituyeron una referencia de docencia alternativa en la Escuela que desafiaba a la burocratización y la rutina. Aquello estaba caracterizado por cosas como el aprendizaje en libertad de tradición freiriana, el trabajo basado en el diálogo y la cooperación, el aprender haciendo – en la medida que las instalaciones y equipos de la Escuela lo permitían, y siempre un poco más allá -, la vocación artística y de nuevo la experimentación, la incorporación de nuevas herramientas tecnológicas y, finalmente, la crítica permanente al statu quo social, universitario y de la propia disciplina arquitectónica. Estas prácticas universitarias poco convencionales dejaron su huella en una buena parte de las generaciones de arquitectos formados en la Escuela durante aquellos años, que bastante tiempo después lo siguen recordando con reconocimiento intelectual y cariño personal.

La relevancia de su trabajo universitario la denota la calidad y el interés del trabajo de muchos de los que reconocen la influencia de Sáseta en sus propias prácticas o en sus planteamientos, o quizás tan sólo en su actitudes, en el panorama arquitectónico próximo, entre los que cabe destacar a Santiago Cirugeda, Marta Pelegrín – MedioMundo, Eva Morales, Isabel Martín, GianLuca Stasi – Ctrl+Z, Salas Mendoza – Nomad Garden, Ferrán Ventura, Roberto Narváez, Esperanza Moreno – Antropoloops, Reyes Gallegos, Jaime Gastalver – La Plasita, Baum-Arquitectos, Ángela Lara, Marina Lora, Pepa Domínguez, Ángel Linares, Jorge Yeregui, Carlos Violadé, Curro Crespo, Arturo Jiménez, David Gómez o hackitectura.net por citar algunos de los estudios o equipos más conocidas, entre otros muchas, que como observarán los que conozcan un poco este mundillo, se extienden en un paisaje de gran diversidad, y cabe también señalar, con importante presencia de mujeres. Iremos tratando de ampliar esta lista…